Cataluña ha abierto hoy una herida tan,
tan profunda en España, que su hondura alcanza incluso la integridad completa
del mundo contemporáneo. Y es que esta puñalada, o este lanzazo a la romana
sobre el costado del Cristo Humanidad, era un despropósito que el cuerpo del
Cristo Humanidad necesitaba para acabar de morir en su propia cruz.
Cataluña no ha hecho más que develar
públicamente la miseria y el cáncer terminal al que ha llegado el
republicanismo y el sistema democrático contemporáneo. Al fin tendremos que
enfrentar con nuestras grandezas y perversiones la decadencia de nuestros
supuestos y maneras de vivir política y socialmente. Al fin tendremos que
enfrentar la momificación y el abandono irracional de las ancestrales ideologías
críticas, de los mapas cósmicos, y de la filosofía conciente de los acuerdos y
entendimientos fundacionales del ser humano, reemplazados por este obsoleto democratismo.[1]
El mundo entero se había estado
drogando y embruteciendo hasta hoy, después de la segunda guerra mundial, con
el credo de la Economía como el regente de los principios de la sana y
productiva convivencia humana. La Economía se había apoderado de la
inteligencia humana colectiva, instalando su gobierno, su poder ejecutivo y
legislativo por encima del gobierno de las naciones y de las comunidades
humanas; es decir, su absolutista “democrática verdad”. Los gobiernos nacionales,
republicanos, han llegado a ser solamente esbirros de los agentes económicos
dictatoriales. Nadie probablemente lo anticipa hoy, pero Cataluña ha iniciado
el efecto mariposa que culminará, a la larga, con la caída de la concepción
capitalista de la realidad humana, y, por ende, con su sistema de vida
materialista, capitalizado y globalizado. Ni siquiera la misma Cataluña es
plenamente autoconciente, ni prevé la dimensión de lo que arrastra consigo. Ya
se verá.
Cataluña ha removido el eje mismo de la
Tierra. Poco importa si Siria, o Afganistán, o Irak, o las Coreas son arrasadas
por el terrorismo democrático de las
complicidades mundiales. Pero ¡Cataluña NO!... Cataluña, en cambio, es una
arteria ventricular del corazón del poder mundial. La sangre y la vida
martirizada de un solo catalán, vale más que la vida de 19 millones de sirios. La
vida destrozada de un catalán es más destructiva que todos los misiles
nucleares e intercontinentales de Kim Jong-un.
Cataluña ha obligado al mundo a
desempolvar sus ubicuos, ancestrales y propios artículos 155. Cataluña ha obligado
al mundo a desnudarse, al recibir la masiva negación a la independencia de una
comunidad humana que ha realizado un acto libre, dinámico y necesario para la defensa
de la verdadera Constitución, no de España, no de la Democracia siquiera, sino
de la simple e irrenunciable dignidad humana y planetaria a decidir la forma de
vivir y habitar en el mundo.
La autodeterminación de los pueblos, de
las comunidades humanas, a gobernarse sin condiciones ni sometimientos a poder
político, económico, religioso o social alguno, sino sólo por medio de acuerdos
(UN NUEVO CONTRATO SOCIAL), deberá sobreponerse como principio rector de toda
convivencia de una nueva Humanidad, o de lo contrario, acabaremos
aniquilándonos con estos hipócritas y perversos sistemas democráticos del siglo
XXI.
¡Sangra en adelante, Cataluña, a causa
de la violencia brutal que, de diferentes maneras, es lo único que sostiene la
pretendida justicia y racionalidad de los sistemas actuales de gobierno humano!...
[1]
Ver, por ejemplo: http://www.emol.com/noticias/Internacional/2017/10/27/881004/Latinobarometro-2017-Estudio-concluye-que-el-apoyo-a-la-democracia-esta-en-declive-en-toda-America-Latina.html