Mientras los gobernantes de las naciones
del mundo, los señores de la riqueza en cada país, sus esbirros mediocremente
acomodados que los defienden --pero en realidad no más que por interés propio,
pues temen que los obliguen a compartir lo que poseen--, duermen todos en camas
de oro, comercian con el trabajo diario de su modesto pueblo y los drogan con
un precario bienestar social y material, muchísimos otros seres humanos (tan
humanos e importantes para la VIDA como ellos) se están desgarrando y muriendo
día a día con la indiferencia, la insensibilidad, el egoísmo de todos los que,
cerca y lejos, no se oponen a esta salvajada inhumana.
Uno de estos actos brutalmente
inhumanos se evidencia en el trato que se les está dando a millones de desplazados
(INMIGRANTES) que huyen de alguna de las tantas insoportables formas de miseria
que experimentan, ya sea por causa de otros seres humanos en diferentes partes
en el mundo, o por desastres que la Naturaleza sabiamente está dejando caer cada
vez más sobre la Humanidad. Sabemos que no es fácil de resolver, para una
comunidad organizada en torno a un número ya establecido y limitado de
habitantes, los problemas que acarrea el recibir miles y hasta millones de
refugiados que alteran significativamente su sistema de vida. Sin embargo, no
por ello la solución es simplemente imponerles un MURO o la DEPORTACIÓN. Nuestro
corazón, nuestro espíritu superior, incluso nuestros instintos animales de especie
milenaria, nos advierten que hay algo intrínsecamente MALO (equivocado) en
negarle a los que sufren la angustiosa experiencia de la migración, un REFUGIO,
o simplemente un LUGAR DIGNO PARA VIVIR.
No es Donald Trump el Señor del mal, el
único criminal contra la Humanidad a quien hay que responsabilizar y destituir
de su poder. En realidad, el SEÑOR DEL MAL y el único criminal de toda la
Humanidad es el EGOÍSMO y la INCONCIENCIA humanas que lo invaden todo y a
todos, desde cualquiera de las cabezas visibles y poderosas, hasta el más insignificante
y desconocido ciudadano de cualquier país del mundo. A este EGOÍSMO e
INCONCIENCIA hay que DESTITUIR de toda posición de poder, por todas partes y,
sobre todo, del interior de la MENTE PROFUNDA de cada ser humano.
Son los NIÑOS, triste y crudamente, los
que nos demuestran una y otra vez con toda su trascendencia el verdadero horror
(EL EGOÍSMO Y SUS CONSECUENCIAS) de lo que venimos cometiendo desde los inicios
históricos de esta especie sapiens. Los
NIÑOS son las más atroces víctimas nuestras. No obstante un día, paradójicamente,
si logran estos niños vivir y crecer hasta llegar a ser adultos, también volverán
a separar por EGOÍSMO a todo niño de su madre una y otra vez, como el guarda
fronterizo de la foto que alguna vez fue niño y que también entonces lloró angustiado,
en más de una ocasión, por la ausencia de su madre…
¿HASTA CUÁNDO?...
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