Cuando
me pregunto cuál puede ser el defecto humano que nos esté llevando a la
evidente y previsible catástrofe del calentamiento y cambio climático globales,
acabo respondiéndome algo doloroso y frustrante: todos, todos los defectos humanos están confabulados para
impedirnos evitar el próximo desastre planetario.
Un
reciente estudio de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) y
la NASA, calcularon que el 2014 fue el año más caluroso en los 135 años en que
se ha llevado un registro sobre las temperaturas.[1]
Hace quince años se discutía acaloradamente si el calentamiento global era
causado por el ser humano o era simplemente el efecto de los milenarios ciclos
naturales de calentamiento y enfriamiento del planeta. Incluso muchos sostenían
aún que no existía siquiera tal calentamiento, pues no se tenía suficiente
información de carácter científico para realizar tal afirmación. Luego, se
trató de minimizar el efecto del fenómeno, llamándolo cambio climático, en vez de calentamiento
global, en circunstancias de que en realidad se trata de un fenómeno doble,
e incluso insospechadamente más complejo de lo que hoy se conoce.
Yo,
como simple lego en la materia, ya por ese entonces tuve suficientes motivos
para saber, y con certeza, que estábamos ante un fenómeno real y de terribles
consecuencias. Incluso pude entrever con bastante claridad qué estaba animando
a quienes negaban el proceso del calentamiento global, o minimizaban o
distorsionaban su naturaleza. Es más, a mis quince años, en el año 1973, cuando
no era más que un estudiante de secundaria, recuerdo que escribí un Ensayo para
mi clase de Economía, en el cual anticipaba el desastre ecológico y energético mundial
que hemos venido cumpliendo casi programáticamente. Mi profesor no podía creer
que yo hubiese escrito ese trabajo, pero entre incrédulo y asustado, acabó
preguntándome: “¿Tú crees que realmente va a ocurrir esto?”
Ahora,
que ya es evidente el combinado del calentamiento global y del cambio climático,
y que no hay científico serio o no pagado por algún poder interesado en
negarlo, que se atreva a negarlo pública y seriamente, volvemos a preguntarnos
cómo es posible que las autoridades de todo tipo no realicen un compromiso y
acción correspondientes a lo que ellos mismos pueden y deben aportar, y que por
otra parte sea mayor la conciencia colectiva del ciudadano común en relación
con la gravedad del tema, pero que carezca de la organización y el poder para
exigir soluciones reales de estas mismas autoridades políticas, económicas, religiosas,
científicas, sociales mediáticas, etc., que se niegan a asumir lo que se
avecina y lo que se debe hacer para evitarlo.
La
primera conclusión es que las autoridades de todo el mundo y de todas las
condiciones no están interesadas realmente en el bien colectivo, el bien del
planeta, ni siquiera del bien de quienes están directamente bajo su autoridad.
Las autoridades que poseen poder sólo detentan en su propio beneficio
cortoplacista el beneficio material y social de su propio poder. Además, para
cada uno de quienes detenta poder es más fácil camuflarse y justificarse a sí mismo,
cuando ven que todos sus pares hacen lo mismo, que nadie entre ellos asume la
postura contraria y que, para mayor abundancia, se ha degradado como una mera
visión apocalíptica y casi terrorista de concebir nuestra situación planetaria.
Todo
y todos pareciéramos estar confabulados o limitados para que el desastre
climático siga avanzando progresivamente y más allá de lo actualmente imaginable.
Las noticias continuarán advirtiéndonos y aterrándonos a quienes tenemos más
lucidez y conciencia sobre el tema. Los hechos serán cada vez más desastrosos
para una población creciente y, mayoritariamente, con menores recursos. Y ésta
es probablemente una de las razones abierta o encubierta que probablemente más
condiciona la mínima respuesta de quienes tienen poder y riqueza: esto es, la
creencia y convicción de que los ricos y poderosos, países, grupos, clases e
individuos más ricos y poderosos podrán superar –igual que lo hacen ahora e
históricamente-- las inclemencias y desastres naturales, en perjuicio de
quienes poseen menos riqueza, preparación profesional y recursos. Sin duda el
error de apreciación acerca de esto es manifiesto. Lo que parecen desconocer
los privilegiados, en su ancestral incapacidad de anticipar el futuro, es que
este proceso es ya irreversible y aumentativo, de manera que tarde o temprano,
si no en el 2050, sí en 2100 o 2150, todos los habitantes de este planeta correrán
la misma trágica suerte. ¿O ya ni siquiera les importa el bienestar de sus
hijos, nietos y bisnietos? ¿Tan inmediatista se ha vuelto el ser humano que
posee bienes y bienestar, que ya no ve más allá del saldo de su cuenta bancaria?
Nuestra
segunda conclusión sostiene que nada se puede esperar por ahora de los
individuos y grupos que detentan autoridad, riqueza o poder. Están dormidos o
drogados con su endorfina materialista. En cambio sí existe la posibilidad de
que ahora mismo la voz de la conciencia colectiva del hombre y mujer comunes se
agrupe, se aliente y reúna con fuerza creciente para provocar la mayor
revolución de la historia humana, la verdadera revolución de la conciencia
planetaria, cuyos beneficios y posibilidades transformadoras de la humanidad
como especie no se pueden siquiera imaginar. Ya he puesto la atención
anteriormente en asociaciones como Avaaz, o Greenpace, por señalar sólo un par
de nombres conocidos por todos, que permiten avistar la posibilidad de llegar a
crear un movimiento planetario y global de siete mil millones de personas, con tanto
poder como para cambiar no sólo el clima del planeta, sino, lo más maravilloso,
el espíritu del mundo para siempre.
[1]
Previamente, la agencia climática japonesa y un grupo independiente de la
Universidad de Berkeley en California, también midieron el 2014 como el año más
caluroso del que se tenga conocimiento.
Fuente: Emol.com -
http://www.emol.com/noticias/tecnologia/2015/01/16/699482/el-2014-fue-el-ano-mas-caluroso-del-que-se-tenga-registro-en-el-planeta.html