Todos
los hechos y problemas sociales son multiangulares y multiperspectivistas. Una
de las peores maneras de abordar los temas públicos a través de la historia
humana ha sido la constante de considerarlos desde una perspectiva personal o
grupal, atribuyéndose la verdad o la superioridad o la justicia o cualquier
otra cualidad que pone la postura propia sobre la del otro, y con el derecho
adicional de imponérsela al otro de distintas maneras.
Lo
volvemos a ver en el problema de Nazca.[1]
Al menos dos son las posturas primarias en conflicto. Una, la de las
autoridades del Perú y de quienes resguardan el espacio arqueológico de Nazca
como Monumento nacional y patrimonio de la humanidad, los cuales perciben el
acto de los activistas de Green Peace como un perjuicio y delito graves. Dos,
la postura de Green Peace de llamar la atención de maneras desafiantes y
significativas en torno a un problema asociado, igualmente grave y complejo,
cual es el cambio climático y la insuficiente voluntad y acción política de los
líderes en la cuestión. ¿Quién tiene la
razón?... Ésta precisamente es –estimamos-- la manera inadecuada de
preguntarse y evaluar el problema. Todos tienen algo de razón, nadie tiene toda
la razón y el bien de su parte, de manera que la primera y mejor manera de
preguntarse sería en cambio: ¿cómo avanzar en beneficio de las dos
perspectivas, cuando dos perspectivas entran en conflicto como lo hacen, por
ejemplo, en Nazca?